El ideal de padre Ottorino se desarrolla como una música para el alma, sin embargo, repite varias veces que aunque la escuche dentro de sí, no consigue componerla solo. Tan grande es su humildad frente a la obra ya en acto y tanta su libertad para compartirla con otros que hace partícipes a todos de aquello que él reconoce como la presencia de Jesús. Su carisma será cada vez más compartido y así mismo crecerá la exigencia de anunciarlo. Rápidamente, laicos y amigos serán parte del ideal. La historia del desarrollo del carisma madura dando fruto a la ‘Familia del padre Ottorino’: religiosos, hermanas en la diaconía, laicos y familias que, en la diversidad de vocaciones, viven y cultivan el carisma de padre Ottorino mostrando, en el lugar en el que son llamados a vivir, el rostro diaconal de la Iglesia en la pastoral de las parroquias.
Padre Ottorino recomienda siempre un contacto íntimo con el Señor: “Háblalo con Él” y lo recuerda siempre antes de hacer elecciones importantes. Un contacto y diálogo con Jesús que se debe renovar cada día para poder amar la cruz que visita siempre la vida de las personas.
La desmedida confianza en la Providencia, hace de padre Ottorino un hombre creíble a la vista de todos, un hombre de futuro y de grandes proyectos. Lo hace contagioso y muchos no se resisten a su ardiente impulso que lo muestra como un verdadero hombre de Dios, optimista, entregado enteramente al Señor y a la gente.
La Pía Sociedad San Cayetano, congregación religiosa-misionera – y ahora, la Familia del padre Ottorino – están actualmente comprometidos, según sus distintas vocaciones, a vivir la unidad en la caridad en las parroquias, sensibilizando sobre la realidad del diaconado permanente, convencidos de que en la respuesta al ¿Estoy en mi lugar? está la fuente de la verdadera alegría, porque transcurre en la donación total a Dios y los hermanos.